lunes, 9 de noviembre de 2009

JuVeNTuD

PASAR DE LOS CATORCE A LOS TREINTA Y SIN A PENAS DARME CUENTA


Érase una vez un chico que acababa de cumplir catorce años. Aquella soleada mañana en que los cumplió, se miro al espejo y descubrió que su cuerpo había cambiado tanto que ya casi no se reconocía, la pena le invadió y de repente el día se volvió totalmente gris, había cambiado su voz, su cuerpo su aspecto, había pasado de ser un niño a ser un hombre, bueno aunque eso de hombre es un decir. Encima el mal humor se había instalado en su vida, cinco minutos riendo y cinco llorando en proporción, constantemente escuchaba de las personas de su alrededor: “ay que mala es la edad del pavo”, lo que no escucho decir es, hay que mala es la etapa de las hormonas traidoras.

El tiempo paso por fin y los cambios se aceptaron cada vez con más agrado, ya no le daba tanta pena dejar al niño atrás, pues empezaba a dar sentido por si mismo a su historia, sus padres le pedían opinión que te parece esto, que tal si haces lo otro. Y tanto es así que le gusto que contaran con su opinión, que cuando no se la pedían, el intentaba imponerla dejando claro que se rebelaría cuando algo no le pareciera bien, ante sus padres, sus profesores, sus hermanos mayores, etc., etc., hasta el infinito y mas allá.

Lo de su cuerpo dejo de ser un problema paso de odiarse a adularse y a pasar miles y millones de horas delante del espejo, claro que todo ello lo hacia para agradarse no solo a el mismo sino también a su grupo de amigos, y claro que también a alguna que otra chica, del instituto, del barrio; cualquiera salía sin peinarse bien, o sin camuflarse el espinillón de turno, ya había cachondeito par todo el día vaya.

Con el paso del tiempo, los quince, los dieciséis, los diecisiete, la llamada de la libertad, la necesidad intrínseca de hacer lo que el quería, o mas bien lo que dice el cabecilla de su grupo, o su chica, la primera de su vida, aquella con la que creía que compartiría el resto de su vida.

Aunque en aquella sin razón no era todo malo, comenzaba a hacerse a sí mismo, y a descubrir partes que no conocía, y empezó a recodar, trozos de su adolescencia y primera juventud que hacían que todo lo malo pesara más bien poco. Aquella vez que su mejor amigo se entero en un punto de información juvenil, de un campamento todo el mes de agosto, que verano más maravilloso, a través del cual conoció a las personas que mas tarde serian sus mejores amigos, en la casa de la juventud. También comenzó a pensar lo bien que lo había pasado jugando en el equipo de fútbol de su barrio desde los trece, a todos los lugares que había viajado y la gente que había conocido. O cuando gano el certamen de poesía por lo que gano una beca, un sin fin de recuerdos, los años pasaban, pero no en balde.

Aquel chico del espejo hoy TACHAN; cumplía dieciocho, pero los dieciocho se los tomo de otra manera aunque su cuerpo iba cambiando la verdad, no se daba tanta cuenta; bueno no le prestaba ya tanta atención. La mayoría de edad, le hacia sentirse más libre que nunca, mejor que nunca. Sus amigos ahora verdaderamente ahora eran personas afines con las que compartía mucho más que momentos, inquietudes ideologías, el grupo de iguales era la extensión de sí mismo y se sentía bien, muy bien.

Comenzó la época de la facultad, con ello los primeros contactos con el mundo laboral para sacar una perrillas para fiestas. Voto por primera vez ese mes de Mayo. Y estuvo con una y con otra y así toda la carrera. Pero lógicamente también atendió a todas sus obligaciones, no solo a la de dar respuesta a sus necesidades fisiológicas, sino también a aquellas que ya se exigía por ser una persona mayo de edad.

Como el tiempo no se detiene los años pasaron y esta persona, ese chico que ya era hombre, termino su carrera, se incorporo al mundo laboral, consolido su relación con una persona, sintió la necesidad de vivir con esa persona y estaba decidiendo si se casaba o se hacia pareja de hecho, porque a el eso del matrimonio nunca le gusto, pero en fin a ella...

Y mientras intentaba aclarar sus ideas matrimonio si, matrimonio no, recordó tantas cosas, lamentando, que todos aquellos maravillosos años hubieran pasado tan rápido. Las dos semanas que pasaron el y su chica en un campo de trabajo en Toledo, el grupo con el que había trabajado y participado elaborando propuestas de ocio alternativo, preparando jornadas para pasarlas de forma diferente, o en las millones de causas en las que se había enrollado con la asociación de su barrio.

Sin embargo aunque como el chaval de catorce años, echo de menos al niño que se fue, y el hombre de ahora echaba de menos al chaval, sabia y era consciente de que le quedaban por vivir, etapas que al igual que estas le regalarían momentos maravillosos.

Y colorín, colorado, esta etapa ha terminado

Autoras: Yolanda Mendoza, Estefanía Álvarez, Gloria Calderón, Cristina Aguilar, Beatriz Fernández y Laura Carbonero

2 comentarios:

.